viernes, 19 de junio de 2009

LO QUE QUEDA DEL MUNDO

UNA REFLEXIÓN DE VIVIAN LOPEZ ESPINOZA (4º “M”)
Al observar la realidad, es lamentable reconocer, que el hombre se ha convertido, en muy poco tiempo, en un ser materialista donde reina el dinero y el afán desmesurado y acelerado por descubrir cosas nuevas a las que llamamos tecnología.
Es conocido por todos, la gran importancia de la electricidad pues nos alumbra o caliente en las noches frías; además de ello, podemos hacer uso de una variedad de aparatos electrodomésticos que nos “facilitan” la vida: focos, celulares, cocinas eléctricas, microondas, televisores, radios, licuadoras, etc. Pero, acaso el uso indiscriminado e irresponsable de estos aparatos no perjudican a la Tierra.
Es paradójico que así como contribuyen al progreso, destruyen nuestra salud ya que hemos convertido nuestro mundo en un “sauna planetario”. Al mantener esto aparatos encendidos, por un simple gusto o por pereza, ¿no? nos damos cuenta que continúan liberando energía y ello produce que la temperatura del planeta ascienda, o acaso no hemos visto las termas cuando nos bañamos en la casa. El problema no solo pasa por echarnos la culpa los unos a los otros; sino, por la falta de conciencia, al no buscar una solución inmediata para remediar este mal que perjudica a todos los seres vivos de nuestro planeta.
Muchos (o todos) sabemos que al utilizar aerosoles, al dejar la plancha enchufada, al transportarnos en autos en mal estado, al quemar basura y/o arrojar desperdicios al mar, incrementamos enormemente la contaminación del planeta; y al parecer nadie, con excepción de algunos pocos, quiere recordar que la Tierra es el ÚNICO planeta en el que podemos vivir. Al parecer la vida y el destino de la humanidad, y con ella la de los pobres animales y plantas que ninguna culpa tienen, se ha convertido es una línea que se recta sin marcha atrás.
Nuestro planeta ya muestra todo el daño causado por el hombre; solo hay que mirar hacia los nevados peruanos que están descongelándose por el efecto del calentamiento de la Tierra. Y si miramos más lejos podemos observar bloques de hielo en el Polo Norte que al derretirse están provocando que el nivel del mar aumente alterando el ecosistema marítimo y afectando la vida de la variedad de animales existentes.Tenemos que aprender a cuidar nuestro planeta, nuestro hogar, que poco a poco estamos destruyendo. Pensemos en nosotros y, más aún, en nuestros futuros hijos que al nacer esperemos no encuentren un mundo en donde no se pueda vivir. Solo es cuestión de abrir los ojos y dar cuenta de la belleza de nuestro planeta y del grave daño que le estamos ocasionando por culpa de nuestra irresponsabilidad. No dejemos que el lugar en el que vivos se acabe.

MI AMADO PAPÁ

UNOS VERSOS DE CAROLINA NEYRA VÁSQUEZ (3º “J”)









Mi amado papá, me sientas
sobre tu regazo
y me abrigas
bajo tu brazo.

Me narras
un lindo cuento,
y dulcemente me expresas
un bello sentimiento.

Me complaces
en mis variados antojos
y me comprendes
en mis raros enojos.

Mi amado papá, me acurrucas
bajo tu pecho
y una melodioso canción me enseñas
al borde de tu lecho.

ALGO INEXPLICABLE

UNOS VERSOS DE KATERIN PIZANGO GALLARDO (4º “K”)










¿Por qué nos sentimos lejos si estamos tan cerca?
¿Por qué estas circunstancias nos separan?

Tú estás callado y yo solo te miro.
Las palabras no fluyen,
se quedan dentro de mí.

Algo me impide hablar.
Decirte que te amo;
sin embargo es imposible.

¿Por qué estas circunstancias nos separan?
¿Por qué simplemente no podemos amarnos?

El amor es tan cruel;
pero a la vez tan bello.

¿Por qué nos ahogamos en estas lágrimas?

Ambos podemos nadar felices,
pues el amor nos espera en la orilla.

¿Por qué estas circunstancias nos separan?
¡¿Por qué?!

EL VALOR DE UNA MUÑECA

UN CUENTO DE MELISSA CHIRINOS PAUCAR (4º “J”)
Un día en una casita muy humilde, cuando apenas empezaban a salir los primeros rayos de sol, Gretel, una niña muy buena y humilde, despertaba de un hermoso sueño que la había hecho sonreír y creer. Se dirigió a, lo que se podría decir, la cocina a preparar el desayuno a su padre. Él se llamaba Pedro, era un hombre trabajador y que desde muy temprano salía a vender panes por las calles de todo el pueblo.
Mientras ambos tomaban el desayuno, Pedro le entregó a su hija un hermoso obsequio por su cumpleaños: una muñequita de trapo. Gretel, muy emocionada y feliz, abrazó a su padre con una alegría inigualable y le dio las gracias, pues ella nunca en su corta existencia había tenido una muñeca. Su padre se despidió de su hija deseándole un feliz cumpleaños y le dio la bendición con un beso en la frente; luego salió de casa para ir a trabajar.
Gretel, como todos los días, se quedó sola en casa. ¡Oh! Pero en esta ocasión no tan sola, ya que tenía como compañera la hermosa muñeca que le había regalado su padre; a la cual le puso por nombre Sonrisa. Gretel empezó a contarle todo a Sonrisa: sus alegrías, tristezas, ilusiones e inocentes travesuras. Ella estaba convencida que su muñeca prestaba atención a todo lo que iba diciendo.
Luego de varias horas de hablarle a su muñeca y jugar muy entretenida con Sonrisa, Gretel sintió hambre y sirvió dos platos de comida. Mientras ella comía, observaba a su muñeca muy quieta y con una sonrisa dibujada en el rostro. De pronto empezó a sentirse triste y recordó aquel sueño que tuvo hace poco al levantarse. En ese momento agachó la cabeza y no pudo contener que surgieran algunas lágrimas.
De pronto empezó a sentir que alguien, muy cariñosamente, le tocaba la frente. Era una mano muy suave, parecía como si las nubes rozaran su frente. Empezó a levantar la cabeza lentamente y secando aquellas lágrimas observó a Sonrisa parada frente a ella. Eran las pequeñas manos de su muñeca las que habían tocado su frente.
- No llores más querida Gretel -dijo muy apaciblemente Sonrisa.
Gretel, muy sorprendida por lo que acababa de ver y oír, experimentó un miedo comprensible. No podía creer lo que en ese momento estaba sucediendo frente a ella.
- No te asustes soy yo. -dijo Sonrisa- Tu gran amor ha hecho que Dios me dé vida para estar contigo siempre, para que nunca más en tu vida vuelvas a estar sola.
En ese momento, Gretel pensó en aquel hermoso sueño y dijo:
- ¡Oh! Dios mío, muchas gracias por haber hecho de mi sueño una realidad.Sus ojos dejaron caer unas cuantas lágrimas de alegría. Se acercó a su muñeca que ahora era como una hermana y la abrazó fuertemente. Ambas se prometieron estar juntas, una al lado de la otra, por toda la vida.

ZAPALLAL, PUENTE PIEDRA, PRO… SUBE, SUBE (MENOS TÚ)

UNA EXPERIENCIA DE LORENA SALDIVAR ORIHUELA (4º “J”)
Después de clases siempre suele ser lo mismo. Cada vez que salimos del colegio parece que yo fuera una persona histérica. Siempre les digo a mis amigas “apresúrense, rápido… Ya es tarde”. Ellas me ponen una cara que parece decir whattttt? Observan con paciencia su reloj y responden “Pero, si todavía es temprano. Apenas son las seis y veinte”. Yo las miro muy extrañada, porque para mí ya es tarde. Entonces, camino a paso ligero, con ganas de llegar temprano a casa. Ya casi al llegar al paradero nos despedimos cordialmente de algunas que por suerte lograron tomar su carro. “Chau, cuídate”; y nunca falta el tradicional “Derechito a su casa”. Las que aún no hemos tomado el carro cruzamos al otro lado de la calle con mucha cautela y un poco de amargura debido a la imprudencia de los choferes que parecen estar apurados y no recordar que existen las reglas de tránsito.
Ya llevamos diez minutos de espera en la esquina, como pan que no se vende. Quizás suene irónico; pero, parezco un gallinazo al acecho, divisando a su presa para poder caer sobre ella. Me siento igual que esas aves. Estoy muy atenta, ya que cualquier mal movimiento puede resultar fatal. Y así sigo divisando para que el carro que espero no se pase de frente sin recogerme. Muchos transeúntes, en cuestión de segundos, se van convirtiendo, delante de mí, en pasajeros. Parece que ya me voy acostumbrando a tomar tarde el carro, ya que siempre suele ser lo mismo.
A lo lejos lo veo. Viene corriendo muy rápido. Quiere ganar sitio en el paradero. “Miren, ese es mi carro”, les digo. Muy contenta me despido de mis amigas y al acercarme al carro escucho a un hombre muy alto, de polo color blanco y una chompa anaranjada, vociferar a los cuatro vientos: “Zapallal, Puente Piedra, Pro… Sube, sube”. Me acerco segura de mí y creo que cada vez estoy más cerca de casa. Cada paso que doy delicadamente es para arrasar con mi presa. De pronto me percato que aquel que hace un instante estaba gritando se da cuenta de mis intenciones de abordar el vehículo. Al parecer aquel hombre es muy astuto. Pone un pie en el estribo y sigue pronunciando su conocido alarido. Ya estoy a punto de poder cumplir con mi objetivo, cuando en un abrir y cerrar de ojos, coloca una mano en la puerta y me da la espalda como queriéndome decir: “Menos tú”.
Esta escena se ha hecho una rutina. Es cosa de todos los días y lo peor es cuando me acerco corriendo al carro como una fiera y me tiran la puerta en la cara como si no hubiera visto que me acercaba a abordarlo. Una de mis amigas me dijo: “Porque no apuntas la placa de los carros”. Yo, con una sonrisa en el rostro, me pongo a pensar. Si apuntara todo los días las placas de los carros que no me quieren recoger, tendría que cargar con un cuaderno más entre mis cosas. ¡Y para qué!Muchas veces los escolares somos víctimas de una gran exclusión por parte de los choferes; a lo mejor a algunas no les pasa lo que a mí, pero a la mayoría sí. Y todo esto por el simple hecho de pagar cincuenta céntimos; pero yo digo, si pagáramos un sol ¿nos recogerían para subir?

UNA EXTRAÑA CRIATURA

UN RELATO DE ANGHELA SOSA TIMANÁ (4º “J”)
Mamá me contó lo que pasó. Al principio fue difícil de creerlo, pero finalmente lo acepté como una experiencia en lo que iba de mi corta vida. Tan solo tenía tres meses de nacida; era muy pequeñita; me encontraba vestida con un ropón de color de plumas de pollito recién nacido y una colcha suave, blanca como esas nubes plantadas en el cielo, los cuales protegían mi frágil cuerpecillo.
Mamá me había dejado durmiendo en el centro de su cama, para así evitar que me cayera. Como sufría de una lesión en el brazo derecho, no podía atenderme muy bien, ni a mi hermana mayor. Eran las doce del medio día y mi hambrienta hermana necesitaba comer. Mamá no podía encargarse de mí y a la vez darle de comer a su angelito mayor. Por necesidad debía salir a almorzar a un restaurante y yo debía quedarme sola. En realidad no puedo recordar bien lo que ocurrió, solo me queda decirle que lo que a continuación voy a contarles es, creo yo, producto de mi imaginación.
Me encontraba disfrutando tranquilamente de un sueño infantil, cuando de pronto un aire escalofriante y un olor repugnante invadía la habitación. Sentí la presencia de un ser de apariencia diabólico que poco a poco se acercaba a la cama en donde estaba. Abrí los ojos y estaba en brazos de un ser extraño: su tamaño era la de una persona adulta, vestido de luto, de contextura muy delgada y no tenía cabellera; era como si sus venas y arterias estuviesen sobresalidas; sus dientes eran de oro puro. Me arrullaba y sonreía mostrándome esos dientes de oro que me atraían. Se sentó sobre el suelo, me echó y comenzó a jugar conmigo, me hacía muecas extrañas, me hacía cosquillas en la barriga y lograba que suelte una carcajada interminable que incluso me hacía perder el aire. Así estuvo un tiempo cuando entonces decidió pararse y, conmigo en brazos, se dirigió al balcón. De pronto rápidamente volteó su rostro lleno de sorpresa hacia la puerta. Su curiosidad había sido atraída por unos pasos que venían del pasillo; era mamá que venía hacia el dormitorio y abriría la puerta. Él desesperadamente me dejó debajo de la cama, se acercó a mi oído y susurró en mi oído lo siguiente: Recuerda que un día te tuve en mis brazos y si hoy no pude llevarte conmigo. Regresaré por ti en el momento menos esperado. Y diciendo estas palabras, se arrancó un diente de oro, tomó mi mano y lo puso entre mis pequeños dedos y desapareció en el aire. Mamá entró, no sé por qué, llorando, nerviosa y muy desesperada. Me abrazaba y besaba y secaba las gotas de sudor que en el rostro tenía.
A aquella criatura nunca la volví a ver; pero, por su mensaje, sé que algún día se aparecerá y tendré que enfrentarme a él. Al parecer, después de todo lo ocurrido, se convirtió en el primer amigo con quien jugué; o el ser que intentó ocasionarme algún grave daño. No sé si mamá llegó a tiempo o algún ser celestial me protegió; pero de lo que si estoy segura, es que aún tengo el hermoso diente de oro que me dejó ese extraño ser.

P.D.: Si algún día quieres que te enseñe aquel diente, con mucho gusto lo haré; pero no me hago responsable si, esa misma noche, a tu cuarto lo invade una extraña y escalofriante presencia. . .

LEER O ESCRIBIR

TECLADO MAESTRO / PROF. JAVIER PEVES LOZANO
En las avenidas y calles de nuestra ciudad, nos encontramos con piratas que nos abordan ofreciendo diversos libros, de aventura, romance, autoayuda, misterio, etc. En los puestos de periódicos, los adolescentes se pelean por conseguir la revista de su grupo preferido; quieren saber sobre sus giras y sus nuevas creaciones. En las casas, las jóvenes leen con mucha ternura, y en secreto, aquella carta que hace un instante un joven apuesto le acaba de entregar. En la red, los amigos se pasan horas y horas frente al teclado con la mirada fija en el monitor. Si esto es así, por qué decimos, en tono enfático: los jóvenes no leen.
Los adultos responsables de la educación de la nueva generación deberíamos aprovechar ese especial gusto por la lectura para ir mostrando a adolescentes y jóvenes la maravilla del mundo del conocimiento. Escribir para ellos, utilizando sus propios códigos, abordando temas relevantes con espíritu juvenil, reflexionando con los ojos del que aún no conoce de intereses egoístas. No debemos olvidar que aquel que lee o aprende tiene algo que agregar. Oír, y más aún, leer a las nuevas mentes nos nutre de energía vital, nos muestra el otro lado de la vida, la cual parece que hemos olvidado. Hacer que los adolecentes se expresen, es conocer su forma de pensar en que las cosas pueden mejorar, en que pueden abrirnos una puerta al mundo de fantasía en la que una bella mujer nos conquista con sus cantos. Para contribuir con el trabajo que muchos vienen realizando en mejora de la comunicación entre alumnas y maestros, es que un grupo de estudiantes ha decidido edificar esta tarima en la que se pueda encontrar a alguien que piense similar a uno. Así mismo podremos expresar nuestras ideas, compartir nuestros sentimientos y meditar sobre temas de interés general. Solo hay que decidirse; perder el miedo al qué dirán; atreverse a hacer algo distinto; dejar que nuestras opiniones fluyen; y estar convencidos o convencidas que nuestras alumnas o nuestros maestros pueden leernos.